Los mandatarios de los tres países expresaron su oposición a crear una nueva guerra en la región y pidieron una reunión urgente de las Naciones Unidas.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, dijo que el apoyo de Estados Unidos a un genocidio, ha incendiado el mundo, y enfatizó que Naciones Unidas debe reunirse de urgencia y apostar de inmediato a la paz.
Estamos al borde de la Tercera Guerra Mundial, dijo en su cuenta en X, y añadió: “Todos saben cómo comienzan las guerras, nadie sabe cómo terminan”.
Por otra parte, el presidente de Bolivia, Luis Arce, destacó su compromiso con la paz mundial y afirmó que “la guerra es el peor camino para resolver conflictos internacionales”.
También pidió una reunión urgente de las Naciones Unidas para “evitar que este conflicto escale hacia una tercera guerra mundial”.
La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, también instó a las Naciones Unidas a apoyar para evitar una nueva guerra en el Oriente Medio, cuyas consecuencias serían impredecibles.
Además de estos tres países, varios otros países latinoamericanos también han reaccionado a la respuesta legítima de Irán a las agresiones del régimen sionista; El gobierno venezolano anunció en un comunicado que “como resultado del genocidio en Palestina y las acciones irresponsables del régimen israelí, así como la inacción de las Naciones Unidas, la inestabilidad en la región se ha intensificado en las últimas semanas”.
El gobierno brasileño también expresó “grave preocupación” por los acontecimientos en Oriente Medio y llamó a la comunidad internacional a incrementar sus esfuerzos para evitar la escalada de tensiones en la región.
El 14 de abril de 2024, las Fuerzas Armadas de la República Islámica de Irán, ejerciendo su derecho inherente a la legítima defensa según lo estipulado en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, llevaron a cabo una serie de ataques contra bases militares israelíes en respuesta a las repetidas agresiones del régimen sionista, en particular un ataque a la misión diplomática del país en Damasco el 1 de abril, que provocó el martirio de los asesores militares iraníes que estaban allí presentes por invitación del gobierno sirio.
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